Plutón, convertir la oscuridad en Luz

Plutón y el poder transformador

Por José Royo


El poder en la sombra

 

Plutón representa el poder de transformarnos a partir de nuestra esencia sin renunciar a ella. La energía de Plutón es emocional intensa y profunda, presiona desde dentro y nos empuja a ir al fondo de la experiencia como si nos fuese la vida en ello. No es extraño pues que las experiencias plutonianas puedan resultar perturbadoras debido a su intensidad emocional, a su compulsividad y a la poderosa energía que generan.

 

El planeta Plutón rige el signo de Escorpio que tiene su correspondencia analógica en la Casa 8. Y quienes tengan su Ascendente o su Sol u otros planetas significativos en el signo de Escorpio, participarán de la misma energía y procesos atribuidos a Plutón. Igualmente una Casa 8 con planetas importantes dará lugar a vivencias relacionadas con los significados de Plutón. Dicho más resumidamente, las cualidades energéticas representadas por Plutón se pueden aplicar igualmente a quienes tengan en su carta natal un signo de Escorpio o una Casa 8 relevantes.

 

Las energías simbolizadas por Plutón se encuentran en el mundo del inconsciente y son inaccesibles para la mente racional. Podemos reconocerlas en su expresión y sentir su poder emocional, subterráneo e intenso, pero no podemos controlar sus manifestaciones ni explicarlas de forma lógica. Sin embargo será posible canalizar positivamente dichas energías a condición de desarrollar un nivel de conciencia que nos permita escucharlas y darles una dirección y un significado que sea coherente con su función transformadora.

 

En los casos que Plutón tenga una posición destacada en la carta natal, es probable que se experimente un estado más o menos permanente de inquietud o tensión interna que puede derivar en ansiedad, experiencias obsesivas o estados depresivos, a menos que la energía plutoniana sea canalizada adecuadamente. Por otro lado, tenga o no una posición destacada, los tránsitos de Plutón harán emerger sentimientos reprimidos y nos confrontarán a intensos procesos regenerativos en los que deberemos desprendernos de todo aquello que nos impide evolucionar.

 

Existen diversas posiciones de Plutón en un carta natal que pueden considerarse destacadas, pero de forma general los emplazamientos más significativos corresponderán a los aspectos exactos de Plutón con el Ascendente o el Sol. Igualmente serán de gran importancia los aspectos a Luna, Mercurio, Venus y Marte. La influencia de Plutón será especialmente intensa si hace un aspecto de conjunción, pero el resto de aspectos, sean armónicos o inarmónicos, también tendrán un importante efecto transformador en la persona.

 

Las transformaciones de Plutón suelen ir acompañadas de periodos de crisis que presentan una especial intensidad y dramatismo, pero en contrapartida también es la energía plutoniana la que nos proporciona una mayor fuerza y capacidad para salir regenerados y fortalecidos tras dichas crisis. Obviamente existen otros planetas que pueden ser significadores de crisis, pero las relacionadas con Plutón son claramente reconocibles por su compulsividad emocional y el carácter ineludible que tiñe la acción en curso.

 

La intensidad de los procesos plutonianos está en relación directa con su capacidad para penetrar en el núcleo de la experiencia y poner “el dedo en la llaga”. Esa capacidad de penetración también opera hacia uno mismo, y cuando lo hace la mirada alcanza los rincones más oscuros de la propia psique donde se esconde nuestra bestia interna. Y al igual que se relata en las leyendas de dragones y seres temibles que acechan en lugares tenebrosos, deberemos afrontar las fuerzas ocultas en la sombra para descubrir el poder de Plutón y canalizar su energía de forma positiva.

 

 

El escorpión y la rana

 

Cuando Plutón está activo despierta sentimientos primitivos y emociones poderosas que residen en lo más profundo de nuestro ser y que pugnan por salir. El temor a que estas energías salgan desbocadamente a la superficie hace que se ejerza un férreo control para contenerlas. Pero las diversas vivencias emocionales que se van acumulando aumentan la presión interior hasta el momento en que ya no es posible contenerlas. Es entonces cuando observamos como alguien habitualmente controlado y amable, explota de forma volcánica arrasando a su alrededor de manera descontrolada y destructiva. Sin embargo, también existen otras variables de manifestación plutoniana que será interesante saber detectar.

 

Con Plutón todo lo que no sale se queda bullendo dentro, y las emociones negativas acumuladas se van volviendo tóxicas dando lugar a procesos autodestructivos que pueden tomar la forma de estados depresivos, enfermedades o psicosomatismos varios. Igualmente observamos que quienes tienen un Plutón poderoso pero no reconocido, irradian inconscientemente una energía tensa que es percibida por el entorno como amenazante o peligrosa. Como resultado, la persona plutoniana detecta que los demás la evitan y se alejan instintivamente, lo cual no hace sino alimentar un resentimiento sordo ante el rechazo e incomprensión que experimenta.

 

A veces los estados de malestar interior son proyectados en las personas más próximas mediante acusaciones irracionales, manipulaciones culpabilizadoras o chantajes emocionales más menos sutiles. También puede ocurrir que la persona proyecte su resentimiento provocando situaciones que despierten la ira o la violencia en los otros, dándose a sí mismo la justificación para unas reacciones vehementes y agresivas que alivian provisionalmente una presión interna insostenible. Esas descargas virulentas pueden ser liberadoras en un primer momento e incluso dramáticamente emocionantes, pero posteriormente suelen tener un efecto boomerang en el individuo que debe afrontar desconcertado los efectos devastadores que ha provocado. Vemos pues que, en sus diferentes formas, la naturaleza instintiva y compulsiva de esa fuerza irrumpe ajena a toda lógica o control personal. Una antigua fábula, atribuida a Esopo (600 a.C.), sirve de metáfora para describir esta faceta Plutón y Escorpio:

 

En el relato de dicha fábula un escorpión le pide a una rana que le ayude a cruzar el río prometiendo no hacerle ningún daño diciéndole: "Deseo atravesar el río, pero no sé nadar. Por favor, hermana rana, llévame a la otra orilla sobre tu espalda.”

 

La rana, que había aprendido mucho de privaciones y desencantos durante su larga vida, respondió enseguida: “¿Que te lleve sobre mi espalda? ¡Ni pensarlo! ¡Te conozco lo suficiente para saber que si estoy cerca de ti, me inyectarás tu veneno letal y moriré!.” El escorpión le replicó: “No digas estupideces, no te voy a picar. Si lo hiciera, tú te hundirías en las aguas y yo, que no sé nadar, perecería ahogado.”

 

La rana se negó al principio, pero le convenció la incuestionable lógica del escorpión y finalmente accedió subiéndole a sus espaldas. Pero cuando estaban a la mitad del trayecto, la rana sintió un dolor agudo y percibió cómo el veneno se extendía por todo el cuerpo. Y mientras ambos se hundían la rana le preguntó incrédula al escorpión: “¿Cómo has podido hacer algo así?, ¡ahora moriremos los dos!” Ante lo que el escorpión respondió: “No he podido evitarlo, es mi naturaleza.”

 

Una fábula puede tener diversas interpretaciones, pero podemos imaginar que la tensión creciente que se iba acumulando en el escorpión al encontrarse a merced de una rana en medio de un río, disparó el aguijón mortal cuando no pudo más… Independientemente de que podamos hacer otras lecturas paralelas de esta fábula, es ilustrativa de esas descargas inevitables de Plutón cuando la tensión interna desborda cualquier intento de control.

 

 

La expresión creativa

 

Con Plutón se plantea la paradoja de que al mismo tiempo que se esfuerza por retener lo que hay dentro, también tiene la necesidad de soltar y sacar fuera las emociones que se agitan en el interior. Esta dicotomía entre retener y soltar incrementa aún más un estado de tensión emocional que solamente podrá ser resuelto mediante una actitud consciente en donde la persona se responsabilice de esa energía y le ofrezca una salida constructiva o al menos socialmente aceptable.

 

Plutón opera desde el reino de la sombra, y para sacarlo a la luz deberemos proporcionarle alguna vía creativa que ayude a transformar y expresar positivamente las energías acumuladas. La expresión creativa plutoniana debe entenderse como la de un poder que da nueva forma a lo que hay dentro, pudiendo utilizar como soporte la expresión artística, una actividad profesional, un proceso terapéutico o algún proyecto personal, social o espiritual que sea motivador. Plutón también está relacionado con la energía libidinal, por consiguiente una sexualidad creativa guiada por sentimientos afectivos, será especialmente adecuada para la expresión de este planeta.

 

En el caso de que ninguna de las opciones anteriores se considerasen viables, será igualmente fundamental descargar el exceso de tensión interior a través del ejercicio físico, bailando, gritando, trabajando la tierra o cualquier otra cosa que se nos ocurra. La idea es “pasar de ser un volcán a punto de explotar a ser una olla exprés con la válvula que libera el exceso de presión”. Obviamente si, como se ha señalado antes, canalizamos toda esa fuerza interior a través de algo que nos motive, la vivencia y expresión de la energía se convertirá en algo creativo y gratificante y ya no habrá necesidad de aliviar la presión a través de actividades de descarga.

  

Sea cual sea su intensidad o su forma de expresión, el reconocimiento y aceptación de Plutón en nuestro interior será esencial para poder tratarlo y tener una vida con significado, sin sucumbir a episodios autodestructivos. Pero también será importante que prestemos atención a las diversas formas que toma la energía plutoniana en las personas con las que nos relacionamos para evitar ser la rana de la fábula… En cualquier caso, si detectamos manifestaciones plutonianas negativas en personas de nuestro entorno, será beneficioso tener presente aquella frase de Filón de Alejandría (25 a.C.-50 d.C) que decía:

 

Sé amable con las personas que te encuentres,

 porque todas están librando una gran batalla

 

 

Función superior

 

Plutón simboliza la muerte del ego como proceso iniciático que nos abre las puertas a una dimensión superior. La función de Plutón es liberarnos de los deseos y apegos que nos atan al mundo material, a fin de conectarnos con un objetivo espiritual trascendente. Y podemos sentirlo como una fuerza invisible que nos empuja a conectar con las energías ocultas y poderosas de nuestro ser para que podamos regenerar nuestras partes más burdas y alcanzar así estados superiores de conciencia. En este proceso, lejos de evadirnos, será indispensable tomar conciencia de nuestra existencia efímera y abrazar la presencia de la muerte como parte integrante de la vida.

 

Pero Plutón no solamente hace referencia a la muerte física sino también a todo proceso de muerte en vida entendiendo como tal algo que acaba y que debemos abandonar, bien sea una relación afectiva, un cambio radical de profesión o residencia, posesiones materiales o cualquier otra cosa. Así, Plutón nos presiona para eliminar aquello que ya no sirve y bloquea nuestra evolución, lo que incluye pautas de conducta que debemos abandonar o enganches emocionales que nos resistimos a soltar a pesar de que tengan una naturaleza nociva.

 

Tratar con las fuerzas simbolizadas por Plutón implica aceptar nuestra sombra, reconocer la existencia de esa parte oscura de nosotros que no queremos ver ni enseñar al mundo pero que sabemos está ahí; e implica también afrontar lo desconocido y el miedo a la muerte en sus diferente formas. En la mitología el dios romano Plutón reemplazó al Hades griego, dios del mundo subterráneo, en cuyo reino se encontraba la morada de los muertos y donde estaban atrapados monstruos y titanes. No podemos negar que se trata de un reino inquietante pero, al igual que en los relatos mitológicos, descender al reino oscuro de Plutón es un acto heroico cuya recompensa será descubrir el secreto de la vida y la muerte, y el camino hacia la Luz.

  

© José Royo

Girona, 2017