Sobre la astrología psicológica

Formando parte del Universo

Por José Royo


La astrología occidental experimentó una notable evolución con los descubrimientos de Urano (1781), Neptuno (1846) y Plutón (1930). El estudio de estos planetas situados más allá de Saturno puso en relieve que representaban energías inconscientes (vinculadas a funciones de “ruptura”, “metamorfosis” y “regeneración”) que eran observables tanto a nivel individual como colectivo. En sincronicidad con estos descubrimientos, la humanidad experimentó significativos cambios que tomaron forma en los inicios del siglo XX y alteraron en profundidad nuestro mundo. Aparecieron la electricidad, el teléfono, la radio y la televisión, y en apenas dos generaciones pasamos del caballo a la nave espacial, de las velas a la luz eléctrica, de escribir en papel con pluma a la inmediatez del correo electrónico…

 

La evolución científica y tecnológica tuvo una incidencia directa en la industria, la economía y las relaciones sociales. Y en este contexto, la naciente psicología moderna proporcionó una nueva visión de la psique individual, principalmente en base a los estudios del Sigmund Freud (1856-1939), creador del psicoanálisis. Pero fue el también psiquiatra Carl Gustav Jung (1875-1961) quien, tras un periodo como discípulo y colaborador de Freud, se distanció de las tesis freudianas que no contemplaban los factores espirituales que, para Jung, eran inherentes al ser humano. Jung se interesó por estudiar diversas vías de sabiduría como la alquimia, la mitología, la filosofía oriental, el I Ching o la astrología. Y con respecto a ésta última escribía en su obra El Secreto de la Flor de Oro: “(…) la astrología representa la suma de todo el conocimiento psicológico de la antigüedad (…)”.

 

Los avances en el ámbito de la psicología hicieron que algunos astrólogos dieran tímidos pasos hacia una renovación de la astrología. Pero fue a mediados de los años 30 cuando el polifacético astrólogo Dane Rudhyar (1895-1985), influenciado por la psicología junguiana y la filosofía holística de Jan Smuts, asentó las bases de una innovadora astrología psicológica, en la que el simbolismo transformador de los planetas transaturninos adquiría una especial relevancia. Esta astrología renovada tuvo su auge en la década de los 60 y 70 del pasado siglo XX, y evolucionó inspirada por el movimiento humanista y transpersonal que tuvo una especial relevancia en el ámbito de la psicología moderna. Hoy día la mayoría de astrólogos de orientación psicológica están en sintonía con una astrología transpersonal, que contempla tanto los factores personales como los espirituales que subyacen en toda experiencia humana.

 

Sin renunciar a la sabiduría tradicional, la astrología psicológica centra su atención en “comprender al individuo desde dentro” en lugar de apoyarse en las “descripciones desde fuera” que pueden verse en la mayoría de tratados clásicos. La difusión de una astrología centrada en el individuo, no ha impedido que algunos astrólogos conserven un enfoque tradicional predictivo-determinista, que se interesa más en los acontecimientos externos y no tanto en los procesos evolutivos personales. Pero es importante entender que los fundamentos en que se basa la astrología tradicional y la astrología psicológica son los mismos. Ambas corrientes comparten el mismo simbolismo y las mismas técnicas. La diferencia es sobre todo filosófica, y radica esencialmente en cómo se utiliza e interpreta el saber astrológico.

 

Quienes se interesan por una astrología tradicional pueden aportar interesantes conclusiones investigando sobre la validez de los axiomas que aparecen en los textos antiguos. Por su parte, la vocación de la astrología psicológica es profundizar en la comprensión de la psique humana y en las herramientas sugeridas por la carta astral, a fin de alcanzar una mayor conciencia y equilibrio interior.  La carta astral refleja “lo que somos potencialmente” y la astrología psicológica es un efectivo camino para ayudarnos a ser "lo que podemos llegar a ser...”.

 

 

 

© José Royo

Girona, 2014